Un día, antes de comer, Marcos estaba jugando en el desván. Entre los cachivaches encontró la mecedora del abuelo y su sillita roja de madera.
Marcos se acordó de cuando el abuelo vivía con ellos. Por las noches, antes de dormir, el abuelo se sentaba en su mecedora y él en su sillita roja de madera. Se quedaba muy quieto para escuchar el cuento que saldría de la boca del abuelo y que le acompañaría en sus sueños aquella noche. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Limpió su sillita y se la bajó a su habitación.
A partir de aquel día, cada noche, un cuento del abuelo se colaba en los sueños de Marcos y por las mañanas se levantaba sonriendo.
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