17 septiembre 2013

La re-puta-ción, los paseos, los sueños, los amigos

Anoche salí a pasear por Ávila con mi amigo Julio. Me gusta charlar con él porque coincidimos muchísimo en cómo nos tomamos la vida. Queríamos aprovechar estos días en los que sus noches son perfectas para salir a alguna terraza o por el simple hecho de pasear. Y si uno vive en una ciudad bonita, como lo es Ávila, más razón para hacerlo.

Entre vinos y cañas, pasamos de temas supérfluos (a los dos nos gusta la banalidad) a otros que nos tienen enganchados por lo creativo o por lo personal. Julio es arquitecto y artista plástico. Yo soy contadora de historias e inventora de proyectos. Pero ante todo nos definimos como personas que nos gustan las personas, independientemente de los que hagan. Y aquí apareció el tema del nombre y de la "re-puta-ción" que muchos artistas y profesionales independientes anhelan.

Hablando con Julio acerca de ello recordé un librito que me dejó otro buen amigo, Gerardo. Se trata de un libro de poemas y textos que se titula "Escribir por el placer de contar" de la Asociación Argadini, editado por Grupo Cero. Es una obra colectiva de los miembros del taller literario del Café Gijón de Madrid. Lo que me llamó poderosamente la atención fue la presentación que hacían de sí mismos sus miembros:

Óscar Concha: "Cuando tengo amistad la siento sinceramente"
Gonzalo Sierra: "Me levanto con mucho sueño. Me gusta mucho la miel"
Marisa Corral: "Soy una persona que ha cambiado mucho y me gusta relacionarme con los demás"

Y la que más me gustó de todas:
Silvia Cota: "Todos los días escucho a mi corazón y sé lo que siente"

Esta afirmación me dejó perpleja y me llevó a pensar en las presentaciones que generalmente uno se encuentra en las contracubiertas de los libros: estudió esto, investigó aquello, recibió prestigiosos premios... Sin menospreciar su valor, caí en la cuenta de que cuando leo este tipo de biografías y empiezo a leer el libro, soy consciente de que leo un libro. Sin embargo, me sorpredió comprobar que, en el caso de estos escritores que se cuentan desde sus emociones, lo que comienzo a leer son las personas. Y que lo mismo me pasa cuando escucho a los contadores de historias o cuando veo un cuadro. Yo quiero saber qué le pasaba, cómo pensaba la persona que hay detrás una obra. Hay quien afirma que eso es lo de menos, que si la vida de un artista destaca sobre su obra es que no era un buen artista. Lo importante es la obra y no la persona.

De esto hablamos Julio y yo en nuestro paseo entre vinos y cañas. No encontramos respuestas. De hecho, me acosté con un montón de preguntas: ¿qué pasa con la reputación, el estatus social, el prestigio y el reconomiento cuando uno se muestra al mundo como persona? ¿Qué pasa con su obra? ¿Es posible reconocer una obra sin reconocer al autor de la obra?

Curiosamente soñé que encontraba un montón de dinero y curiosamente hoy por la tarde he encontrado unos ahorrillos que había dejado olvidados en una caja. ¿Será ésta la respuesta?