25 octubre 2009

El viejo calvo volador

Ésta es una historia insólita. Las historias insólitas se dan en lugares insólitos y sus personajes también lo son.

Un hombre caminaba lentamente por un camino de hojas secas bordeado de árboles amarillos. Llevaba un sombrero marrón y un abrigo de paño azul marino. Al final del camino encontró una casa abandonada. Abrió la puerta. Subió las escaleras. A cada peldaño que subía perdía un mechón de pelo. Cuando llegó a la habitación más alta de la casa, miró por la ventana y vio las montañas nevadas y el valle en pleno verdor. Se miró las manos. Ya no eran sus manos fuertes y vigorosas. Ahora veía unas manos arrugadas y huesudas.

Sin pensar, levantó los brazos y empezó a bailar en círculos como si estuviese invocando a los espíritus. Era como si supiera que había llegado el final de su vida. La habitación redonda giraba con él y las paredes tenían pintadas líneas negras que dibujaban paisajes en movimiento. Cuando detuvo su danza, se acercó a la pared a mirar mejor los dibujos. Y vio con sorpresa que aquellas líneas negras eran sus propios pelos. Aquella era una pared peluda pintada con sus propios pelos. Como si cada uno de los paisajes que reflejaba fueran hechos de cada pensamiento, recuerdo o anhelo. A lo mejor aquello tenía que ver con haber caminado por el camino de hojas secas, con haber abierto la puerta y subido las escaleras. Y a lo mejor era por eso que sus manos se habían llenado de arrugas y huesos.

Sin pelo, sin recuerdos y sin juventud, nada tenía sentido. Con la desesperación que provoca el desconsuelo, subió a la alfombra que estaba tirada en el suelo y se echó a volar por la ventana. Nunca más volvió a bajar a la Tierra.

Por aquel insólito lugar le llaman el viejo calvo volador. A veces, la gente que mira al cielo confunde aquella calva brillante con una estrella fugaz y él, que lo sabe, concede todos los deseos.

23 octubre 2009

Marcos Ana

Hoy a empezado la semana "Días de poesía" en la Biblioteca Municipal de Peñaranda de Bracamonte. El encargado de inaugurarla ha sido el poeta, Marcos Ana, que ha presentado su libro "Decidme cómo es un árbol". Ed. Umbriel, 2007.

Escucho a Marcos Ana, un hombre que hizo de la cárcel la Universidad; optimista, porque dice que eso le hace bien. Sus palabras me llegan con la fuerza y el entusiasmo de un chaval de 20 años. Tiene 90, de los cuales 23 los pasó en la cárcel. Cuenta que su secreto es mantener la mente llena de proyectos, eso le mantiene joven, a él y a su mente. Y Marcos Ana tiene muchos. Me da la impresión que le queda mucho por decir y por hacer.

Un hombre que cree en el poder de la palabra. Que igual que las palabras le llenaron de fuerza y esperanza para vivir durante 23 años, esas palabras pueden seguir alentando a muchos. Que no cuenta la vida por los años que uno tiene sino por la intensidad con que se ha vivido.

Cuenta que su libro está dedicado sobre todo a los jóvenes, para que conozcan ese trozo de la Historia de España contado en primera persona "para llenar de luz y solidaridad el pensamiento de los jóvenes". Para él, es imprescindible saber qué piensas los jóvenes para descifrar las claves de nuestro futuro. Y para ello hay que cambiar el lenguaje. Hay que crear un lenguaje para llegar a la juventud, para poder comunicarnos con ellos.

Un libro escrito con la sencillez que da la sabiduría, con la intención de que llegue a todo el mundo. Que todo el mundo lo entienda. Por eso ha elegido las palabras más usadas y más sencillas alejándose de aquellas que le dan culto a la literatura.

Hoy, las palabras "solidaridad" y "paz" escuchadas por Marcos Ana me han sobrecogido. Al nombrarlas, uno puede percibir el amor y la fe que siente hacia ellas. Que ha hecho de ellas su vida y sigue luchando porque existan en el mundo. Habla de esa solidaridad en minúsculas que te acerca al vecino o al compañero de pupitre. De una paz que empieza por uno mismo, cuando deja atrás los rencores y el dolor. Que no se puede pasar página sin haber leído su contenido, sin conocer lo que está escrito en ella. Porque si se arranca la hoja del libro como si nunca nada hubiera pasado, las heridas no cicatrizan, no se curan de verdad. Y así no se puede dar la paz.

Un hombre lleno de vida, que ha curado sus heridas y habla con serenidad de su pasado. Ha terminado con una frase que también leo en su blog: "Vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo"

Saber que existen personas como él, me reconcilia con el mundo.

10 octubre 2009

Las caras de la luna

En la cara visible de la luna hay mares.
En la cara invisible, cráteres.

En la cara visible de la luna hay bahías.
En la invisible, cráteres.

En la cara visible de la luna hay lagos.
En la invisible, cráteres.

En la cara visible de la luna hay marismas.
En la invisible, cráteres.

En la cara visible de la luna hay océanos.
En la invisible, cráteres.

En la cara visible de la luna hay cráteres.
En la invisible,
también.