29 septiembre 2014

Agenda octubre 2014

Para los que queráis saber por dónde voy a estar en octubre:

Sábado 11 octubre. Harlem Jazz Club (Barcelona). 20.30 h. "Cicatrices"


Un recorrido por la geografía humana y vital de las marcas propias o ajenas. Cicatrices de accidentes, de operaciones o tatuajes para cubrirlas. Algunas con puntos, otras que apenas se ven. Hay cicatrices que nos avergüenza enseñar y otras de las que alardeamos. Las utilizamos para ligar o para entablar conversación. Las hay en cualquier parte del cuerpo y todos tenemos por lo menos una: el ombligo. 

Dramaturgia oral y acompañamiento moral: José Campanari

Alguna historia está basada en la novela "Amores lunáticos" de Lorenzo Silva. Ed. Anaya, 2002

Miércoles 15 octubre. Biblioteca de Valdelacalzada (Badajoz)

19 h. Inauguración y visita guiada de la exposición "Lugares de la e-lectura" en el Plan de Fomento de Lectura "Un libro es un amigo" de la Diputación de Badajoz y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 

Jueves 16 octubre. Biblioteca de Zafra (Badajoz)

18 h. Inauguración y visita guiada de la exposición "Entre Viñetas" en el Plan de Fomento de Lectura "Un libro es un amigo" de la Diputación de Badajoz y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 

Jueves 23 octubre. Biblioteca de Esporles (Mallorca)

20.30 h. "Historias de la Sra. Rodríguez" Cuentos para adultos 

Sábado 25 octubre. Jardines de la Biblioteca de La Misericòrdia (Palma de Mallorca) 

11 h. "Un bosque de cuentos" para público familiar



10 septiembre 2014

Libros y escaleras

Desde hace mucho me gustan las escaleras. De pequeña las bajaba de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro. Contaba escalones allá donde iba. Con el tiempo fui usuaria de escaleras, buenos lugares para sentarse y charlar, comer pipas, fumar. Sobre todo los escalones de la entrada a los portales. Cuando hacía calor, nos metíamos en el patio de las fincas y seguíamos charlando de nuestras cosas del cole, de los padres y hermanos pesados.

Pero las escaleras que más me gustaban eran las de caracol. Soñaba con tener una casa de dos pisos con escalera de caracol. Toda una aventura subirlas y bajarlas. Ya solo por eso merecían la pena las escaleras de caracol. Por eso y porque hasta el nombre me gustaba.

Mirador de Eiffel en La Ciudad Ducal de Las Navas del Marqués (Ávila)
Durante mucho tiempo, "Historia de una escalera" de Buero Vallejo, fue uno de mis diez libros preferidos y creo que en la actualidad lo sigue siendo.

Casualmente, cuando empecé a contar, uno de mis primeros cuentos fue "Instrucciones para subir una escalera hacia atrás" de Julio Cortázar. Esa historia me sigue fascinando y, a pesar de haber abandonado prácticamente el cuento literario de mi repertorio, cada tanto la sigo contando. 

Por aquel entonces participé en algunas intervenciones de calle con gente de teatro y casualmente yo utilizaba una escalera. No en vano empezaron a llamarme "Patricia escaleras". Ahí fue cuando fui consciente de la importancia que habían tenido las escaleras y escalones en mi infancia y adolescencia. Y sobre todo ahora, que vivo en un cuarto piso sin ascensor.


A parte de eso, también me gustaban los libros. Para ordenarlos, clasificarlos y también para leerlos, pero menos. Lo importante era organizarlos y explicar de qué iban a mi hermana pequeña para que le entraran ganas de leerlos. Así empecé a jugar a ser bibliotecaria y, sin saberlo, empecé a practicar en casa el fomento de la lectura. Fracasé estrepitosamente porque a mi hermana pequeña no le gusta leer pero sí escuchar. Así que a ella le contaba las historias que contenían los libros y otras que me inventaba para hacerla reír. Con mi prima y mis amigas sí que funcionaba lo de recomendar libros así que sigo haciendo ambas cosas: recomendar y contar. Lo de ordenarlos ya lo practico menos, pero en casa los tengo clasificados: novela, teatro, poesía, álbumes, libros de trabajo (fomento de la lectura, teatro, creación de historias, recopilaciones de cuentos, filosofía...)

Hace unos días que vi estas fotos en Pinterest. Y solo hace unos días entendí que tanto los libros como las escaleras, que en principio, pertenecen a dos universos totalmente distintos, que no tienen nada que ver unos con otras, cobran significado juntos en una biblioteca. Uno de los lugares que adoro y donde tengo la suerte de trabajar en un despacho abuhardillado al que se acede subiendo a pie veinte escalones.

Escalera de caracol de la vieja biblioteca de la Casa de Holanda 

Escalera de caracol de una biblioteca en Francia

04 septiembre 2014

Por el aire

Volar le permite tomar distancia, mirar con perspectiva. Darse cuenta de lo pequeño que es el mundo desde arriba. Descubre que hay térmicas de aire que elevan y otras que permiten el descenso. Se le taponan los oídos.

Lo que le gusta de volar es el ascenso. Correr a toda velocidad y de pronto los pies ya no pisan el suelo. Cosquilleo en el estómago. Y subir y subir. Baja la temperatura. Menos mal que se ha abrigado. El aire es suave y frío. Da vueltas sobre su eje para seguir subiendo. Sobrevuela el horizonte. Lo mira. Sonríe. Tiene el horizonte bajo sus pies. 

El aire la mece. No hay vértigo ni miedo. Sabe que no va a caer. El aire la sostiene.



Es la hora del descenso. Le cuesta encontrar la térmica que le permita tocar tierra. Pareciera como si el aire se resistiese a dejarla marchar, como si deseara alargar un poco más el juego de balanceos y volteretas. Ella lo agradece pero su cuerpo comienza a pedirle superficie firme donde apoyar sus pies. Y como si el aire la escuchase, le muestra el camino de descenso. La sorprende. Es más rápido de lo que esperaba.


Aterriza. Su cabeza le da vueltas. Tiene el estómago un poco revuelto. Espera un poco para ponerse en pie. Se desata el arnés. Recoge la tela del parapente. Le da las gracias a su instructor. Se dirige al coche. Arranca y comienza el camino de regreso a casa. Se siente ligera, ingrávida, relajada y un poco mareada. Sonríe. No para de sonreír. Mira fijamente hacia adelante. Sabe que esto lo tiene que contar: su primera borrachera de aire.