Pienso en la masacre que se está produciendo en Gaza y me siento impotente. Me acuerdo del libro de José Campanari, ¿Y yo qué puedo hacer? El señor Equis, después de leer el periódico, se queda con todas las preocupaciones rondándole en la cabeza hasta que un día lanza la pregunta, ¿y yo qué puedo hacer? En ese momento una vecina le pide que le compre el pan porque tiene una pierna rota. Cada vez que lanza esa pregunta al aire, hay alguien que le contesta pidiéndole algo.
Así, yo también lanzo la pregunta al aire. Espero y me vienen varias respuestas:
- Puedes coger un barco e irte a Gaza a luchar
- Puedes contar cuentos en relación con el tema para posicionarte
- Puedes hablar del tema en alguna sesión de cuentos y motivar la reflexión
- Puedes ingresar dinero en una cuenta humanitaria
- Puedes apuntarte a una ONG
- Puedes salir a la calle y manifestarte
- Puedes escribir un post en el blog
Puedes hacer todo eso y también puedes dejar de luchar, de enfrentarte, de herir con palabras o con hechos a los que están a tu lado. Hacer felices a los demás dando lo mejor de ti misma.
Así, yo también lanzo la pregunta al aire. Espero y me vienen varias respuestas:
- Puedes coger un barco e irte a Gaza a luchar
- Puedes contar cuentos en relación con el tema para posicionarte
- Puedes hablar del tema en alguna sesión de cuentos y motivar la reflexión
- Puedes ingresar dinero en una cuenta humanitaria
- Puedes apuntarte a una ONG
- Puedes salir a la calle y manifestarte
- Puedes escribir un post en el blog
Puedes hacer todo eso y también puedes dejar de luchar, de enfrentarte, de herir con palabras o con hechos a los que están a tu lado. Hacer felices a los demás dando lo mejor de ti misma.
5 comentarios:
Pero qué bonita eres cuando sacas lo dulce que tienes (y qué lista)
Gracias... (me he puesto roja)
Sí, siempre se puede hacer algo, siempre hay quien está a tu lado.
Como tantas veces, pienso que no puedo de dejar de ofrecer álbumes a mis hijos porque yo mismo necesito leerlos.
Me gusta tu filosofía de no violencia.
Saludos
Sí, aunque a veces la escopeta está cargada y uno no se da ni cuenta.
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