Sin darme cuenta, hemos cambiado de estación, he quemado los deseos en la hoguera de San Juan, he estado en León, en Valencia, en Salamanca, en Albacete, en Guadalajara, en Sigüenza, en Bruselas, en Mallorca e Ibiza. En sólo un mes, con sus 30 días, he abrazado a viejos amigos y he despedido a unos cuantos. He conocido gente nueva que me ha gustado mucho y otra que no tanto. Se han abierto proyectos y cerrado otros, hemos pasado de los 8º a los 30º en tres días...
Me gusta pensar que en todos esos viajes he estado acompañada de amigos. Pero de los de verdad, con los que se puede sacar las miserias sin temor a que te dañen. Una se siente afortunada de tener ese tesoro, que dice el hablar popular, que se tiene cuando se tiene un amigo.
¡Y cómo van a faltar los cuentos! Esos cuentos que abren el alma de quien los escucha pero sobre todo de quien los cuenta. Que me hacen sentir más viva, más humana, más cerca de los que tengo delante sin importar edades, sexo o capacidad mental o física. He tenido frente a mí a los niños y mayores de Villamayor (Salamanca), a los de la librería Literanta en Mallorca, a los trasnochadores de la Maratón de Cuentos de Guadalajara, al sonriente público abulense...
Un mes en el que los ciclos de la vida (nacimiento y muerte) me han seguido los pasos o yo he corrido tras ellos. En el que el miedo no me ha impedido decir aquello que sentía o que pensaba (o tal vez sí).
Entre aviones y trenes he leído algún que otro libro de cuentos como el que me recomendó Alberto Sebastián, que es una verdadera joyita "Cuentos de los siete vientos"; una novela histórica que llevo a medias, "La venganza de Sor Juana", que me trajo mi amigo Jose desde México, y que trata sobre las triquiñuelas que tenía que hacer Sor Juana Inés de la Cruz para poder dedicarse a escribir poemas y leer libros prohibidos en una época en que la literatura y la filosofía estaban vetadas a las mujeres.
Pensaréis que me he pasado los días trabajando, pero no ha faltado tiempo para vivir la frivolidad de la noche ibicenca rodeada de glamour, empezar a ver la primera temporada de Sexo en Nueva York y de celebrar el cuadragésimo cumpleaños de mi amigo Charles en Maraña con música Asturiana de fondo, todo regado por buenas cervezas. También he degustado los quesos con cervezas belgas así como el chocolate uhmmmm... Me he comprado tres pares de sandalias en una tarde y un vestido ibicenco de los más chic. Para finalizar, en el maletero de mi coche llevo un aparato para hacer step porque nunca se sabe cuándo una lo puede utilizar y que me recuerda que, en el fondo, me gusta ser banal.
¡Y cómo van a faltar los cuentos! Esos cuentos que abren el alma de quien los escucha pero sobre todo de quien los cuenta. Que me hacen sentir más viva, más humana, más cerca de los que tengo delante sin importar edades, sexo o capacidad mental o física. He tenido frente a mí a los niños y mayores de Villamayor (Salamanca), a los de la librería Literanta en Mallorca, a los trasnochadores de la Maratón de Cuentos de Guadalajara, al sonriente público abulense...
Un mes en el que los ciclos de la vida (nacimiento y muerte) me han seguido los pasos o yo he corrido tras ellos. En el que el miedo no me ha impedido decir aquello que sentía o que pensaba (o tal vez sí).
Entre aviones y trenes he leído algún que otro libro de cuentos como el que me recomendó Alberto Sebastián, que es una verdadera joyita "Cuentos de los siete vientos"; una novela histórica que llevo a medias, "La venganza de Sor Juana", que me trajo mi amigo Jose desde México, y que trata sobre las triquiñuelas que tenía que hacer Sor Juana Inés de la Cruz para poder dedicarse a escribir poemas y leer libros prohibidos en una época en que la literatura y la filosofía estaban vetadas a las mujeres.
Pensaréis que me he pasado los días trabajando, pero no ha faltado tiempo para vivir la frivolidad de la noche ibicenca rodeada de glamour, empezar a ver la primera temporada de Sexo en Nueva York y de celebrar el cuadragésimo cumpleaños de mi amigo Charles en Maraña con música Asturiana de fondo, todo regado por buenas cervezas. También he degustado los quesos con cervezas belgas así como el chocolate uhmmmm... Me he comprado tres pares de sandalias en una tarde y un vestido ibicenco de los más chic. Para finalizar, en el maletero de mi coche llevo un aparato para hacer step porque nunca se sabe cuándo una lo puede utilizar y que me recuerda que, en el fondo, me gusta ser banal.
2 comentarios:
Esto es intensidad y encima eliges la forma y manera. Y cuando no, la vida te sorprende y embriaga. Sin duda, la felicidad es esto !!! FELICIDADES. TQ CQ
Gracias, guapa. Un besito
Publicar un comentario