Finaliza marzo, uno de los mis meses preferidos: anunciador del buen tiempo, el mes que me vio nacer, el mes ventoso por excelencia, el del fuego y el ruido de mi tierra. El mes más celebrado por las mujeres, el del santo borrachín que lleva mi nombre (de la casta le viene al galgo, decía mi abuela), el del día del teatro y el del cambio de hora. El mes loco de instancias y subvenciones. El mes de la poesía y del agua (será por agua...)
Marzo, poeta, actor y mujeriego. Con él empezamos a hacer excursiones domingueras, a notar los síntomas de las alergias y de las hormonas bailongas, a empinar el catxirulo y saltar a la comba. En el campo, los árboles verdean ante un cielo más azul en el que vuelan veloces las golondrinas.
Este mes me han acompañado varias lecturas entre álbumes ilustrados como Campos de Fresas, ¿Quién quiere un rinoceronte barato? o El abrigo; también ha habido recomendaciones como La mecániza del corazón de Mathias Malzieu, al que tengo ganas de hincarle el diente; libros a medio leer como El caballero de la Finojosa, novela histórica sobre la Salamanca medieval; así como un par de películas que me han gustado como Sherlock Holmes, con la que me lo pasé pipa o El escritor, que me conmovió.
Un mes lleno de proyectos en el que, ¡por fin!, ha salido el sol.
1 comentario:
Estoy de acuerdo. Pero el cachirulo lo empinábamos en Semana Santa ... y podía no ser marzo.
Yo llevo 2 días llena de alegría con tanto sol.
Besos CQ P.D. qué foto tan chula !
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