Mi primer viaje en septiembre ha sido a Santander. Lo tenía pendiente con mi amigo Alberto desde hace un año y medio. Y por fin se han alineado los astros. Encargamos un fin de semana soleado, para poder ir a la playa, pasear y beber cervezas sin chubasqueros.
Una ciudad llena de contrastes aunque de buenas a primeras parezca que sea "como tiene que ser": con su bahía, su cantábrico, praos, parques, montañas, edificios nuevos, casco antiguo, gente maja... Aunque he de confesar que en la playa se me quedaron los pies helados, y eso que iba vestida.
Una librería que merece la pena visitar La merienda en el tejado. Una propuesta arriesgada en la que presenta el libro infantil, además de su función tradicional, como objeto artístico. Tiene una sección de arquitectura, diseño gráfico, edición, así como de objetos relacionados con la lectura, el diseño... Hacen animaciones, organizan actividades en colegios, realizan selecciones bibliográficas...
Como Alberto tiene muchos amigos, estuvimos hablando con Ana un buen rato. Después un paseo por el faro, unas ravas en el bar que es de un legionario. Y después tortilla de patatas en casa de Alberto, con Susana. Y como tres narradores no pueden estar callados, hablamos y hablamos y hablamos.
¡Qué buenas están las rabas, y los rejos y qué decir de las anchoas cántabras!
Este oficio es una maravilla. Una conoce a gente estupenda, hace amigos, aprende gastronomía, viaja, se nutre de la sabiduría de sus compañeros... ¿Qué más se puede pedir?
Aquí os dejo unas cuantas fotos:
Una ciudad llena de contrastes aunque de buenas a primeras parezca que sea "como tiene que ser": con su bahía, su cantábrico, praos, parques, montañas, edificios nuevos, casco antiguo, gente maja... Aunque he de confesar que en la playa se me quedaron los pies helados, y eso que iba vestida.
Una librería que merece la pena visitar La merienda en el tejado. Una propuesta arriesgada en la que presenta el libro infantil, además de su función tradicional, como objeto artístico. Tiene una sección de arquitectura, diseño gráfico, edición, así como de objetos relacionados con la lectura, el diseño... Hacen animaciones, organizan actividades en colegios, realizan selecciones bibliográficas...
Como Alberto tiene muchos amigos, estuvimos hablando con Ana un buen rato. Después un paseo por el faro, unas ravas en el bar que es de un legionario. Y después tortilla de patatas en casa de Alberto, con Susana. Y como tres narradores no pueden estar callados, hablamos y hablamos y hablamos.
¡Qué buenas están las rabas, y los rejos y qué decir de las anchoas cántabras!
Este oficio es una maravilla. Una conoce a gente estupenda, hace amigos, aprende gastronomía, viaja, se nutre de la sabiduría de sus compañeros... ¿Qué más se puede pedir?
Aquí os dejo unas cuantas fotos:
2 comentarios:
Joo! qué enferma envidia siento!!
Para la próxima nos queda probar las albóndigas de bonito o tirar unas sidras (que por Cantabria también se estila)y acompañarlas de queso Picón. Después nos subimos a Peñacabarga y en paz.
Vamos! que tres cuentistas en Cantabria podemos ser inacabables además de infinitos.
Besosos.
Susana.
Publicar un comentario