27 septiembre 2009

Conversaciones nocturnas

Este fin de semana, he estado en el Valle de Ambroz en Extremadura con unos amigos de Madrid y dos amigas de Ávila. Durante la cena del sábado, regada con Lambrusco de la tia Emilia, llegamos a las siguientes reflexiones acerca de la vida solitaria de algunas de las que estábamos allí:

Nivel 1.- Cuando uno vive solo y, una vez superada la etapa de "no me soporto", empieza a sorprenderse ensimismado en reuniones sociales o andando por la calle.

Nivel 2.- Conforme el tiempo de soledad se va dilatando y uno va encontrándose mejor con uno mismo, no sólo se emparra andando por la calle, sino que empieza a mantener conversaciones internas con cada una de sus diferentes personalidades.

NIvel 3.- Si se consigue seguir solo más tiempo, las conversaciones internas pueden llegar a exteriorizarse de tal forma que puede que más de uno te sorprenda por la calle gesticulando y hablando solo. (Doy fe de esto. Hay uno en el pueblo que una vez me dijo "buenos días a las dos". Yo estaba hablando sola. Desde entonces nos saluda siempre, a mí y a mi interlocutora.)

Nivel 4.- Pasados unos cuantos años más de soledad, uno empieza a hablar con los objetos y seres que le rodean, véase: flores, gatos, perros, vasos, jarrones, árboles, etc.

Nivelazo.- Al final concluimos que uno se ilumina cuando consigue llegar a oír lo que las cosas le contestan.

Confieso que yo todavía no he llegado a tal estado, pero día a día trabajo duro para conseguirlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la cuestión es que, sólo o acompañado, uno tiemde a expresarse. Está bien ¿no? ;)
Cuqui