29 marzo 2009

El tiempo

Ya a principios de siglo teníamos el problema de la inmediatez, de la prisa, de la falta de tiempo. Leo en el libro de Shedlock, El arte de contar cuentos (1915), dirigido a los profesores que cuentan cuentos en sus clases:

"No temáis repetir vuestras historias. Si no acometéis más de siete historias al año, escogidas con esmero, y las repetís seis veces durante un curso escolar de cuarenta y dos semanas, realizaréis un trabajo artístico y, por tanto, duradero; les proporcionaréis a los niños mucha diversión, dado que disfrutan escuchando el mismo cuentos varias veces. También seréis capaces de evitar la aplicación moral directa porque, cada vez que un niño asiste a la narración artística de una historia, adquiere un poco más del sentido que se esconde tras la simple historia sin precisar ningún tipo de explicación por nuestra parte. El hábito de hacerlo lo mejor posible en lugar de simplemente bien significará que, a largo plazo, uno no tendrá otro interés que prepararse para alcanzar el nivel mejor y las historias, aunque sean menos numerosas, estarán perfectamente terminadas y pulidas y producirán un efecto de sorprendente importancia".

A continuación incluye una cita de Lafcadio Hearn:

"El tiempo acaba con los errores y las estupideces del éxito fácil y nos presenta la Verdad. Ésta, al igual que el aloe, tarda mucho en florecer, pero su flor es la más preciosa de las que se puedan contemplar".

4 comentarios:

beizabel dijo...

muy sabroso el textto, para rumiarlo con calma.
Gracias

Félix Albo dijo...

Qué ganas de leer ese libro.

Gracias.

Patricia Picazo dijo...

Es uno de los clásicos básicos. Hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo, pero como todo. Uno se queda con lo que le va bien o lo que le aporta algo y lo demás lo deja correr.

noelia dijo...

La Verdad, con UVE mayúscula. Es cierto que siempre aparece, inevitablemente radiante. Nada se puede hacer contra ella: "Nunca es triste la Verdad, lo que no tiene es remedio..." (de Serrat)
Besitos.