Fue un viaje largo. Atravesamos la Mancha, la niebla nos acompañó desde Guadarrama. No se veía nada. En aquel momento entendí los famosos "bancos de niebla" de los que Mario Picazo hablaba en el Tiempo. Pasé por pueblos como Aveinte, Salvadios, San Pedro del Arroyo, Cantaracillo... Hasta llegar a la señorial Peñaranda de Bracamonte.
En la puerta de casa, un grupo de cinco personas nos esperaba para descargar (por suerte vivo en una planta baja). En diez minutos, toda mi vida estaba concentrada en cajas en una habitación. Abrimos una botella de vino y brindamos por la bienvenida.
Aquella fue la noche más fría desde hacía 50 años. Asi, supe lo que era el frío de verdad. Sin calefacción en la casa, nos pusimos todas las mantas que pudimos, pijamas, calcetines y porque no tenía gorro... Dos días después contaría cuentos en la biblioteca. Y no sabía dónde tenía la cabeza.
Hoy (sin encontrar todavía mi cabeza) he ido a leer un cuento en la Lectura en voz alta que se celebra todos los 5 de enero desde hace ocho años. He llegado a casa y, para celebrarlo, me he hecho unas lentejas en mi nueva olla express.
5 comentarios:
Increíble descripción. Tu história es bien bonita, duenda mía, como tú: pues belleza me ve, quien en mí se refleja... (soy None) :P
Que bonito... sigue buscando tu cabeza nena, con un poco de suerte tardas en encontrarla y por el camino nos sigues contando cosas.
Besissimos.
Por cierto, hubo pestes en fin de año y muchos cenaron patatas hervidas contigo,
Esa calle de los cien ojos que se ve hoy en tu blog tiene muchas historias guardadas... Un besazo, chochi,
Fíjate. Como pasa el tiempo! Y parece que fue ayer que estabamos en El Carmen comiendo un bocata de "La Xirgu" B7S
Me he emocionao !!! qué bonito, qué cálído el tono y no sé, qué lindo. Un abrazo, aunque ya no tengas frío. Cuqui
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