Se llamaba Ernestina García pero no tenía nombre. Nombre tenían las actrices de cine, las escritoras, los políticos, músicos y presentadores de televisión. Pero no ella, Ernestina García. Muchas tardes le daba por pensar aquello de los nombres y la fama.
Y por fin un atardecer descubrió que su nombre le serviría para diferenciar su lápida de las
otras del cementerio.
3 comentarios:
Y para rellenar los huecos del DNI...
¿Una identidad con nombre o un nombre con identidad?
Es un número. Lo cual es una indignidad.
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