15 mayo 2006

Las cigüeñas

Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando vine a vivir a Castilla fueron las cigüeñas. En Valencia hay gaviotas pero no cigüeñas y no se ven los enormaes nidos en lo alto de campanarios, ni en postes de la luz, ni en pináculos, cornisas o repisas de ventanas. Allí se escucha el sonido agudo y ensordecedor de las gaviotas. Aquí el crotorar de las cigüeñas.

Cuando paseo por el pueblo las oigo y las miro en sus nidos dándoles de comer a los polluelos. Estas aves de paso que se quedan porque los tiempos cambian, que antes pescaban y ahora las encuentras sobrevolando vertederos, protagonizan multitud de fábulas en nuestro país.
Estas aves raquíticas y zancudas traen los niños de París. Los griegos ya la asociaban con la familia. Y es que se emparejan para siempre y utilizan el mismo nido durante años.
Me contaban hace poco cómo explicaron a una niña que su hermano había nacido muerto. La cigüeña perdió el equilibrio en el vuelo, se le cayó el bebé y se mató.

Ellas viven ajenas a todo eso. Ellas vuelan tranquilas, alimentan a sus crías, observan impasibles el azul del cielo castellano, como si supieran que nadie les puede hacer daño, que forman parte del paisaje de muchas ciudades y que sin ellas todo sería distinto. Después de todo, ellas estaban primero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este escrito me ha traido recuerdos de cuando yo vivía en un pueblo, de castilla también!! Tu hablas de las gaviotas en pasado y de las cigueñas en presente. A mi me sucede justo al reves...
Salu2!!