Hay quien piensa que lo importante en los cuentos es la acción. Las acciones cuentan la historia. Una historia es una secuencia de acciones en las que los personajes avanzan en el espacio-tiempo y llegan a un desenlace. Pero hay a quienes les gusta descansar por el camino de la historia. Se detienen a mirar una hoja que cae, un botón mal abrochado, la luz del sol ocultándose en un nube... Aparentemente no pasa nada. Pero es en ese detenerse, donde las imágenes ganan potencia de colores, olores, sabores, sonidos. En ese detenerse se puede escuchar el canto de un pájaro lejano o a la vecina de abajo cantando. Se pueden ver los cuadros rojos y blancos del mantel de la cocina donde alguien toma un café caliente con calcetines blancos y bata azul. Esos silencios en los que mueren las palabras y que son, a su vez, su nacimiento.
Hay quienes viven caminando sin parar, haciendo esto o lo otro. Subiendo escaleras, comprando, escribiendo, pensando, comiendo... Una acción detrás de otra hasta que, al final de la jornada, se desploman en el sillón o en la cama, orgullosos de todo lo que han hecho durante el día.
Y también los hay que observan, paran, escuchan, en ese hacer cotidiano. Al final del día tienen una larga lista de detalles: una colilla en una pileta de agua bendita, un cierre de una cremallera olvidado en el saliente de una pared con la incrustación "bacci&abracci", una bombilla de bajo consumo en un rincón de un monasterio del siglo XV... Detalles que a veces se fotografían o se repiten como una obsesión, ¿cómo se puede tener en una biblioteca los tejuelos cada uno a una altura? ¿Acaso cuesta tanto pegar un cartel recto o cambiar el folio roñoso donde se lee OPAC? ¿Por qué no ponerle un cacho celo al lomo de un libro que se está pelando?
Lo que hace que uno se quede o se vaya corriendo de un lugar, son los detalles. El cuidado de colocar la fruta, en poner los pasteles, en envolver un regalo o preparar un desayuno... Y no importa que nadie lo vea. Justamente de eso es de lo que se trata. La gracia está en descubrirlos.
1 comentario:
Sí, es cierto: un detalle también vale más que mil palabras.
Publicar un comentario