Hoy a empezado la semana "Días de poesía" en la Biblioteca Municipal de Peñaranda de Bracamonte. El encargado de inaugurarla ha sido el poeta, Marcos Ana, que ha presentado su libro "Decidme cómo es un árbol". Ed. Umbriel, 2007.
Escucho a Marcos Ana, un hombre que hizo de la cárcel la Universidad; optimista, porque dice que eso le hace bien. Sus palabras me llegan con la fuerza y el entusiasmo de un chaval de 20 años. Tiene 90, de los cuales 23 los pasó en la cárcel. Cuenta que su secreto es mantener la mente llena de proyectos, eso le mantiene joven, a él y a su mente. Y Marcos Ana tiene muchos. Me da la impresión que le queda mucho por decir y por hacer.
Un hombre que cree en el poder de la palabra. Que igual que las palabras le llenaron de fuerza y esperanza para vivir durante 23 años, esas palabras pueden seguir alentando a muchos. Que no cuenta la vida por los años que uno tiene sino por la intensidad con que se ha vivido.
Cuenta que su libro está dedicado sobre todo a los jóvenes, para que conozcan ese trozo de la Historia de España contado en primera persona "para llenar de luz y solidaridad el pensamiento de los jóvenes". Para él, es imprescindible saber qué piensas los jóvenes para descifrar las claves de nuestro futuro. Y para ello hay que cambiar el lenguaje. Hay que crear un lenguaje para llegar a la juventud, para poder comunicarnos con ellos.
Un libro escrito con la sencillez que da la sabiduría, con la intención de que llegue a todo el mundo. Que todo el mundo lo entienda. Por eso ha elegido las palabras más usadas y más sencillas alejándose de aquellas que le dan culto a la literatura.
Hoy, las palabras "solidaridad" y "paz" escuchadas por Marcos Ana me han sobrecogido. Al nombrarlas, uno puede percibir el amor y la fe que siente hacia ellas. Que ha hecho de ellas su vida y sigue luchando porque existan en el mundo. Habla de esa solidaridad en minúsculas que te acerca al vecino o al compañero de pupitre. De una paz que empieza por uno mismo, cuando deja atrás los rencores y el dolor. Que no se puede pasar página sin haber leído su contenido, sin conocer lo que está escrito en ella. Porque si se arranca la hoja del libro como si nunca nada hubiera pasado, las heridas no cicatrizan, no se curan de verdad. Y así no se puede dar la paz.
Un hombre lleno de vida, que ha curado sus heridas y habla con serenidad de su pasado. Ha terminado con una frase que también leo en su blog: "Vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo"
Saber que existen personas como él, me reconcilia con el mundo.
Escucho a Marcos Ana, un hombre que hizo de la cárcel la Universidad; optimista, porque dice que eso le hace bien. Sus palabras me llegan con la fuerza y el entusiasmo de un chaval de 20 años. Tiene 90, de los cuales 23 los pasó en la cárcel. Cuenta que su secreto es mantener la mente llena de proyectos, eso le mantiene joven, a él y a su mente. Y Marcos Ana tiene muchos. Me da la impresión que le queda mucho por decir y por hacer.
Un hombre que cree en el poder de la palabra. Que igual que las palabras le llenaron de fuerza y esperanza para vivir durante 23 años, esas palabras pueden seguir alentando a muchos. Que no cuenta la vida por los años que uno tiene sino por la intensidad con que se ha vivido.
Cuenta que su libro está dedicado sobre todo a los jóvenes, para que conozcan ese trozo de la Historia de España contado en primera persona "para llenar de luz y solidaridad el pensamiento de los jóvenes". Para él, es imprescindible saber qué piensas los jóvenes para descifrar las claves de nuestro futuro. Y para ello hay que cambiar el lenguaje. Hay que crear un lenguaje para llegar a la juventud, para poder comunicarnos con ellos.
Un libro escrito con la sencillez que da la sabiduría, con la intención de que llegue a todo el mundo. Que todo el mundo lo entienda. Por eso ha elegido las palabras más usadas y más sencillas alejándose de aquellas que le dan culto a la literatura.
Hoy, las palabras "solidaridad" y "paz" escuchadas por Marcos Ana me han sobrecogido. Al nombrarlas, uno puede percibir el amor y la fe que siente hacia ellas. Que ha hecho de ellas su vida y sigue luchando porque existan en el mundo. Habla de esa solidaridad en minúsculas que te acerca al vecino o al compañero de pupitre. De una paz que empieza por uno mismo, cuando deja atrás los rencores y el dolor. Que no se puede pasar página sin haber leído su contenido, sin conocer lo que está escrito en ella. Porque si se arranca la hoja del libro como si nunca nada hubiera pasado, las heridas no cicatrizan, no se curan de verdad. Y así no se puede dar la paz.
Un hombre lleno de vida, que ha curado sus heridas y habla con serenidad de su pasado. Ha terminado con una frase que también leo en su blog: "Vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo"
Saber que existen personas como él, me reconcilia con el mundo.
3 comentarios:
Coincido plenamente contigo. Yo he tenido la misma sensación. Por cierto, ¿me autorizas a que utilice tu entrada para hablar de la presentación del libro en www.el-recreo.com?
Iba a hacer mi propia reseña, pero, después de leer la tuya, creo que no haría otra cosa que plagiarte.
Vale, utilízala. Pero nómbrame!! :)
Por supuesto, Patricia. Muchísimas gracias.
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